Más allá de la escuela, la ropa y la comida ¿Qué les estamos dando realmente? Criar no es solo proveer. Es estar. Es desacelerar en un mundo que va demasiado rápido. Es hacer pausas para mirar a nuestros hijos a los ojos, escucharlos sin prisas y demostrarles con hechos que son nuestra prioridad.

El trabajo tiene su tiempo. Nuestros intereses también. Pero la crianza no se da sola. Nuestros hijos necesitan nuestra presencia real, no solo nuestra presencia física. Necesitan que les demos tiempo, que nos involucremos en sus vidas, que conozcamos a sus amigos, que abramos nuestro hogar para que se sientan bienvenidos. Porque si no les damos nuestro tiempo, alguien más lo hará.

Y ahí la pregunta es: ¿Quién está influyendo en ellos?, ¿Los valores que queremos transmitirles, los estamos viviendo o solo predicando?, ¿Los amigos que eligen los ayudan a crecer o solo están ahí por interés?, ¿Les estamos enseñando con el ejemplo o esperamos que aprendan solos?

La crianza no es un discurso. Es una forma de vivir. Nuestros hijos no recordarán cuántos juguetes tuvieron, pero sí cuánto estuvimos con ellos. No recordarán cuántas horas trabajamos, pero sí cuánto los abrazamos. No recordarán lo que dijimos, pero sí cómo los hicimos sentir. Así que hoy, hagamos una pausa. Miremos a nuestros hijos y preguntémonos: ¿Qué ejemplo les estamos dando?

Melina.